Lo primero, quiero decirle dos cosas al equipo de El Serbal: una, mis felicitaciones por esa estrella Michelín que seguís manteniendo, para muchos no es más que una mención más en la guía, para muchos otros, un gran paso, y creo que merecido reconocimiento. La segunda, PERDÓN y mil veces perdón por esta m***** de fotos, las hago a escondidas, porque no sé hasta qué punto molesta o no molesta que los comensales fotografiemos la comida, y evidentemente, ni flash, ni leches. Así que las fotos no hacen justicia a los geniales platos.
Llegamos a El Serbal, sin saber muy bien dónde nos metíamos. Sí, tiene narices, una tía que escribe un blog de gastronomía (algún día me haré mayor y seré WEG como "Lo que coma don Manuel"), y no se me ocurre investigar. Yo iba con la idea de probar el steak tartar de Lasal, pero ¡oH sorpresa! el restaurante ha echado el cierre forever. Así que tras preguntar en twitter, y ver que varios señalaban El Serbal, allí que acabamos sentados, en una mesa tranquila, en un comedor tranquilo.
Nos atendieron varias personas, entre ellos, el que creo que era el maitre, el cual nos dio la bienvenida, nos acercó la carta y vino más tarde a tomarnos nota:
-"Buenas noches, si lo desean, les voy tomando nota, y mientras esperan, les ofrecemos un fino para la espera"
-"Muchas gracias! Queríamos el milhojas de bonito en escabeche con foie, para compartir. De segundo, la paletilla a baja temperatura para él; y yo, la verdad que estoy en duda entre el steak tartar y el tataki de atún."
-"Si quiere, le podemos poner media ración de cada, así prueba los dos, la verdad que ¡merecen la pena!"
-"Anda, no sabía que tenían esa opción, perfecto, media y media!"- yo más contenta que unas castañuelas
-"Ah, pues yo quiero tambien dos medias raciones: paletilla y el solomillo!"-Ataque de risa al oir esto de J.
Trailer 1: Pan.
Blanco, de tomate, semillas... Ocho variedades de pan, a cada cual más apetecible que nos trajeron en un pedazo de carro. SIn duda la antesala de algo muy bueno que ibamos a vivir.
Tráiler 2: Sopa de cebolla de aperitivo
MUERO DE AMOR. Nada más que decir.
Tráiler 3: cata de aceites
Mientras esperábamos el entrante, nos trajeron cinco aceiteras pequeñitas, super monas, casi me las llevo en el bolso! con una guia para saber el tipo de aceite de cada uno de ellos. Untamos el pan blanco como si no hubiese un mañana. Nos pusimos finos.
Entrante: Milhojas de bonito en escabeche con patata y foie.
Pedimos un entrante para compartir, el cual nos avisaron que presentarian en dos platos, para que no hubiera problemas en comerlo, pero chica, no sé si es que nos vieron con cara de hambre, que en Santander son así de espléndidos, o si es la tónica habitual en El Serbal. El caso es que ¡menuda ración! unas lascas de bonito con ese toque a vinagre que a J y a mi nos encanta (danos una aceituna aliñada antes que un cupcake); una patata suave que suavizaba ese toque de vinagre, y el contraste con una costra dulce de foie. ¡Un acierto!
Tataki de atún con verduras
Cuatro maravillosos trozos de atún a la plancha, perfectamente cocinados, con ese punto rosáceo, que engancha. Las verduritas, al dente, deliciosas, acompañaban al pescado sin taparlo, que para eso era una de mis medias raciones recomendada.
Solomillo con hongos
En serio, ole por El Serbal, por esa reocmendación de pedir medias raciones, y ole por esas pedazo de medias raciones. J alucinó con el plato, no sólo por el punto perfecto de la carne, la presentación, los hongos... y la amabilidad y la sonrisa con la que nos servían cada plato.
Paletilla a baja temperatura con quinoa
24 horas de cocción al vacio, una pieza de cordero, deliciosa, jugosa y delicada como es la paletilla. Una delicia que se comía sin cuchillo (sorry Mr.Knife), unas hebras que se deshacían con el tenedor, un sabor a cordero sin ser fuerte, una salsa concentrada que invitaba a sacar otra vez ese pan blanco, y un acompañamiento original que J no había probado antes.
Steak tartar
Nos iban sacando las medias raciones a la par para que no fuesemos descompensados. Normalmente, hubieran sacado los dos pescados y las dos carnes, pero J decidió que sus platos serían los dos de carne. Y llegó el camarero con un despliegue de medios que ríete tu de los laboratorios Bayer. Un carro con varios tipos de sal, especias, condimentos varios, aceite, salsa Perrins, y una bolita de unos cien gramos de solomillo picado a cuchillo, que me mostraron antes de empezar con la acción. Poco a poco el steak tartar iba tomando forma, mezclando todos los ingredientes en un bol al baño maría con hielo. Era todo un espectáculo para la vista ver cómo cada cucharita aportaba un nuevo color, un nuevo sabor, cómo iba el camarero veloz con los cubiertos, dándole forma al steak tartar, tres bolitas presentadas en el plato que me supieron a gloria, buenísimo, sin duda, volvería a repetir. Pero este plato no venía solo, sino que lo acompañaba un cazo con verduras en tempura, deliciosas, al dente, y con esa costra suave que las recubría. ¡J se puso morado!
Postre J: Panacotta.
Fíjate que algo que a priori parece tan sencillo, puede llegar a ser el broche final para una fantástica comida. A lo largo de cada plato, nos fueron describiendo los ingredientes, y este no era una excepción. Junto a la panacotta, una bola de helado que no supe definir si era fresas o más bien algo tipo frambuesas, unas fresas naturales y grosellas con ese puntito ácido, delicioso.
Postre B: Tartita de manzana.
Cuando estuve en Madrid, comiendo en Asgaya (AQUÍ) mi querida madre pidió una tartita de hojaldre y manzana que me dejó encantada, así que al ver esta opción en la carta, no dudé en pedirlo, y no os imagináis cuánto me alegro. Una capa crujiente y fina de hojaldre sobre la que había unas láminas de manzana cremosas, suaves y con un agradable y un poco ácido sabor a manzana. Una maravilla oye, y eso que no me entraba más.
Bonus track: petit fours y gin tonic G'Vine.
Un bombón de chocolate, un macaron y una gominola que no podían estar más buenos. Al final, voy a cabar pidiendo estas cosas en carta, ¡qué delicia!
Habían pasado ya casi dos horas y media desde que entramos por la puerta de El Serbal, y nos hicieron sentir tan a gusto que decidimos tomarnos allí mismo un gin tonic. El amable camarero (el tercero) estuvo charlando con nosotros, invitándonos a que nos quedásemos el tiempo que hiciera falta (eran más de las doce y media), un encanto.
EL SERBAL
C/ Andrés del rio, 7 . Santander.
Cuando nos sentamos en la mesa, miré en el movil algo de información sobre el restaurante: anda, ¡si tiene una estrella Michelín! Vaya tortazo que nos van a dar en la cartera, pensé. J estaba contento, no parecia ser un problema que la cuenta subiese, un día es un día, y chica, nos lo hemos ganado, que para eso curramos sin limite de hora. Tras el magnifico servicio de las tres personas que nos atendieron, tras confeccionar a nuestro gusto lo que podía ser un menú degustación, tras los detalles de la casa y esas tres horas de cena que se nos pasaron volando, volví a pensar que la cuenta iba a ser de agarrarse la cartera. Hasta que la trajeron: 108€ Iva incluido. ¿¿En serio?? Vale, es dinero, pero, bien pagado, y bien invertido. Apuntad este sitio para llevar a la novia, seguro que la dejáis alucinando.
Entrante a compartir+4 medias raciones de la carta+2 postres+2 gin tonics+4 copas de vino+2 botellas de agua+3 horas de risas y conversaciones a media voz= 108€
¡SORTEO EN EL BLOG!
Este verano cenamos en el Serbal y disfrutamos mucho también. No sé si sabes que comparte gerencia con el Nuevo Molino, otro sitio que merece la pena y mucho y además allí en entorno es impresionante.
ResponderEliminarCuando llamé para reservar fíjate lo curioso, tal era la simpatía del que me cogió el teléfono que estuvimos ni más ni menos que casi una hora hablando. Tengo mi propia opinión sobre el tema de las estrellas michelín pero desde luego que regalar no las regalan. Un saludo. Jon Ander.