Estoy en la oficina de caza de un tiranosaurus rex volador con mi compañera de despacho, cuando acabamos confesando fobias incomprehensibles para la mayoria de los mortales, pero imposibles de superar para nosotras. Ella, con pánico a conducir, y yo, con ansiedad cada vez que estoy en un espacio cerrado con mucha gente. Vamos, dos locas compartiendo despacho en Barakaldo.
Así que no hay nada mejor para las fobias (bueno si tienes alergia a los pueblos de veraneo no), que escaparse de la city un par de días, aunque solo sea para cambiar de comunidad. Chica, es ver el letrero verde de CANTABRIA y parece que hasta el aire huele distinto. Bueno, sí, huele distinto, asi como a caca de la vaca, pero oye, estamos de vacaciones. El caso es que suelo ir mucho a Noja, por amistad, por cercanía, y por que esta a menos de una hora en coche, y por que tiene sitios con encanto, como la Hosteria de Arnuero, por recomendación de T.
Reservamos para cenar el viernes, y allí nos presentamos, antes de la hora, esperando que nos sentaran antes a la mesa, y mira por donde, tuvimos suerte. Para comenzar, dos platos para compartir: ensalada de ventresca y champiñones con queso gorgonzola.
Desde que Florette irrumpió en nuestras vidas, la lechuga ya no es lo que era, es más, los restaurantes más chic te servian la variedad "iceberg", que quedaba más homogéneo, pero ya, ni eso. Todo ensaladas de bolsa, que hacen que como el resto de ingredientes no valgan un pimiento, la ensalada sea todo un fracaso. Algo que NO ocurrió: unas láminas de ventresca que se deshacían en la boca, con sabor a bonito, pero suave, sin resultar desagradable. Y con la ventresca, unas tiras de pimiento rojo morrón, que dicho así, piensas "bah, donde esté un piquillo...", ya pero estos estaban asados en el propio restaurante. Al menos el sabor, la textura y el haberlos servidos calientes, eso daban a entender. Y prefiero un pimiento morrón de la tierra asado que un pimiento embotado. Tras la ensalada, pedimos champiñones con gorgonzola. Soy fan de ambos ingredientes, y aunque no esperaba mucho de este plato, me llevé una grata sorpresa: los champis, doraditos, en su punto, y envueltos en una sueve crema de gorgonzola, que se habia formado al derretirse con el calor de los champiñones y de la cebolla caramelizada. INCREIBLE, buenisimo, me quedé con ganas de más!
Tras la buena impresión de los dos entrantes, vino el solomillo con verduras salteadas, y los huevos al horno con bacon y patata. La presentación del solomillo me sorprendió, en trozos gruesos, y bien cocinados, aunque he de decir, que no nos preguntaron el punto de la carne, estaba deliciosa. Las verduras, cortadas en juliana, acompañaban a la perfección, además de estar condimentados con especias. Pero lo de los huevos. Oye, no se si es que no pedí bien, o es que eso de los huevos ecológicos no es lo mío. Me esperaba dos huevos hermosos, con su yema, con algo de patata y el beicon. Pues nada de eso, resultó ser una masa de patata con dos lonchas de bacon, otra de queso fundido, y una deconstrucción de huevo, con evaporación de yema. Ignorante de mi en temas de cocina, voy y con todo mi descaro (para huevos, los míos) voy y le pregunto a la camarera por las yemas desaparecidas, a lo cual me responde:
-"Los huevos al horno, las yemas se deshacen y desaparecen"
Aaaaaahhhh pues bien. No me he quedado muy convencida con la respuesta, por que en mi horno no desaparecen, pero bueno. Una pena de plato, con una masa imposible de tragar de patata, con dos huevos inexistentes, y dos tristes lonchas de bacon ahumado sin sabor. Vamos, que de haberlo sabido, me planto en los champis.
Menos mal que nos pasamos toda la noche a carcajada limpia, quizás fue el vino blanco, o que estar de vacaciones te relaja. Llegados a este punto, miramos los postres, sin mucho entusiasmo, quizas por lo escaso de la oferta. Así que decidimos tirar por la media degustación de postres. Eso, degustación de POSTRES en plural, que es lo que nos esperábamos, al menos dos o tres muestras de la reposteria. Pues bien, aparece la camarera, con un plato y un trozo enoooorrme de tarta a tres colores (tres chocolates) y dos bolas de helado. ¿¿Esto es la media degustación?? Pues vaya ruina de postre. Normalmente, me da por quejarme, por preguntar que qué es eso, pero esta vez, estaba fuera, desconectando de todo, tranquila, intentando que no se apoderara de mi la ansiedad. No terminamos la tarta, y mucho menos los helados, ya que el que parecía ser de una vainilla super apetecible, en realidad escondía un sabor a PLATANO que casi nos da algo de lo malo que estaba. Pésimo. Vamos, que lo que había empezado de maravilla, nos había dejado un mal sabor de boca. En sentido literal.
HOSTERIA DE ARNUERO
Barrio Palacio, 17. Arnuero, Cantabria.
Un sitio de lo más acogedor, con mesas amplias, donde no te sientes ni agobiado ni presionado. Me gustó mucho el entorno en el que disfrutar de su comida: luz tenue, sin música, sólo el murmullo de las mesas cercanas.
Así como los entrantes, fueron espectaculares, los segundos, sobre todo los huevos ecológicos, que los tienen como especialidad, resultaron una autentica decepción. Me quedé con las ganas de ver las habitaciones, y de probar algún que otro plato más.
Cena con Albariño Gran Bazán y café, 30€
Genial la ensalada de ventresca.
Los pimientos, de gran sabor, se notaban asados recientemente.
Champiñones con gorgonzola y cebolla confitada.
Los huevos sin yema
Solomillo
La media degustacion de postres, y el falso helado de vainilla.
¿Olor a caca de vaca? Esto tenemos que hablarlo
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