En apenas dos horas, nos plantamos en Francia. Desde Bilbao, ir a la costa gala a pasar el fin de semana es de los mejores planes que se me ocurren para salir de la rutina bilbaína. Y viajar a Francia por trabajo, para mí, siempre es un placer, a pesar de los madrugones, de las peleas burocráticas, del papeleo vario en dos idiomas (¡o tres!), y sorprenderme de lo cerca que estamos, y lo diferentes que somos en muchos aspectos.
Y yo, claro, pues me fijo en lo mío, en cómo un menú del día, aquí, por 12-17€ tienes ofertas de lo más suculentas, mientras que allí, por ese precio te dan medio menú, siendo el menú completo por unos 25€. Tres días en Toulouse y alrededores, dan para comer un poco de todo, menos pato. Fijate que yo quería comer pato, y nada, oye, todos los menús que me dieron eran cerrados, y en ¡ni uno había pato!
Eso sí, el foie mi-cuit, increíble, se nota que allí tienen maña, y ademas son fabricantes. Un sabor suave, cremoso, y acompañado de una salsa agridulce, que no estoy acostumbrada, pero que le iba fenomenal. Pero luego, me sorprendieron detalles diferenciadores: ensalada de queso de cabra. Pues nad,a yo me imaginaba un buen trozo de rulo de cabra a la plancha, y aparece una ensalada aliñada con una salsa de mostaza, y tres rodajas de queso, fundido al horno. Pero tres trozos que os juro que pensaba que eran trozos de esos de "snack Président" de lo pequeñajos que eran. Que malo no estaba, buen sabor, sobre todo la ensalada y el aliño, el queso, el hojaldre...pero distinto.
Lo que ya me terminó de sorprender y de no agradar, fueron las "côtes d'agneau", vamos las costillas de cordero. Aunque soy francesa en alma y corazón, por una parte de familia, soy riojana (si, tengo una mezcla de orígenes, que es para estudiar a fondo!) e incluso algún primo lejano vende corderos, así que algo, se me ha pegado, sobre todo el buen gusto hacia esta carne. Por eso, acostumbrada a las costillas de corderito, bien bien fritas, en buen aceite, y con la sal en su justa medida, hicieron que aquello que me sirvieron fuera cualquier cosa menos lo que me imaginaba. Tres trozos de costillas enooooormeeees que me hicieron dudar si eran de cordero o de mamut gigante; poco hechas, y cortadas a boleo, vamos que trozos de astilla de hueso, cada una de una forma distinta...un desastre. Menos mal, que el final suele ser de premio, y en este caso los postres no defraudaron, sobre todo la tarta Tatin, con el punto justo de dulzor, trozos grandes, que se deshacian en la boca; y sin dejar atrás el mousse de chocolate, que tenia en el fondo crujiente de galleta de chocolate, ¡un detallazo para los chocolateros!
Y alguna que otra cosa más que me hizo sonreir, como el comer "jambon du pays", cortado a cuchillo cual solomillo. Casi le pido que me lo pase por la sartén.
La cuisine francesa no está mal, pero la nuestra, nada tiene que envidiar!
Ensalada con quesitos de cabra.
Costillas de mamut.
Mousse de chocolat!
El micuit, de sobresaliente
Lo que ellos llaman entrecotte, para mi es un filete. Un detalle el hacerlo a la brasa en directo, y acompañarlo de ensalada, patatas y tres salsas (roquefort, pimienta y mostaza)
Tarta tatin.
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