Desde luego, no hay dos sin tres, y mi cumpleaños no es una excepción: después de celebrarlo con mis socias-amigas en Milagros, con más amigos en La Deliciosa, tocaba una con la familia. El problema suele ser, que siendo apenas cuatro, no encajamos en horarios, así que la semana pasada, conseguimos sacar un hueco los cuatro para comer juntos en Gaminiz. ¿Y por qué Gaminiz, en el parque tecnológico de Zamudio? Un lugar tan apartado, muy a desmano, donde ninguno de los cuatro trabajamos...Pues por que el nombre que hay en la entrada debajo de Gaminiz, es el de Aitor Elizegi. (y no, el Sr. Elizegi, ni me conoce, ni me ha invitado nunca a ninguno de sus restaurantes. Es más, ¡ni siquiera tengo cómo ir al famoso Kurding club!)
Así que allí nos fuimos los cuatro, antes de que mi hermano tuviese que irse pitando de nuevo al aeropuerto para irse al trabajo, y en menos de 15 minutos en coche estábamos sentados en una mesa amplia, en un comedor con unas seis mesas como la nuestra. Nos dieron las tres de la tarde, y sin mucho apetito, así que después de valorar la carta, nos fuimos a lo sencillo, por eso de no tener que pensar mucho: menú del día.
Mis padres coincidieron con la tempura de verduras, crujiente, con espárragos verdes, cebolla morada, pimiento, zanahoria y una salsa tipo ali olí más suave, que se convirtió en el acompañante perfecto. Mi hermano, parrillada de verduras y setas, con un sabor increíble a brasas, delicioso, y trozos hermosos de verduras, al dente, perfectas. Me sorprendió que la patata estaba hecha puré, y tostada por fuera, un toque diferente de texturas, que hacia del plato algo increíble. Así que cuando vi mi ensalada, ¡me arrepentí de haberla pedido! Estaba muy buena, con un aliño espaciado, muy rico, perfectamente presentado, pero viendo la espectacularidad del resto de los platos, el mío se quedo en nada.
Segundos platos: aqui, se vio, que mi hermano y mi madre son iguales, y que yo soy clavadita a mi padre. Solomillo a la plancha para ellos, y bacalao dos salsas para nosotros. Me acordé del bacalao que hacían en Bascook, que me encanta, y esta vez no dudé en probarlo en Gaminiz: y desde luego ¡no defraudó! Dos trozos de lomo, sin una espina (importante), en su punto, sin estar demasiado salados (importante también para un buen bacalao), y con salsa vizcaína y al pil pil. No suelo ser muy fan de la primera, me suele gustar más la de pil pil, sin embargo, esta vez, no sabia por cual decidirme. La salsa vizcaína tenia ese color tan característico de los pimientos choriceros, que le daban además un sabor más intenso a la salsa. Cremosa, fina daba un sabor muy especial al bacalao a la plancha. El segundo trozo, al pil pil, delicioso: un sabor a aceite, sin resultar ni empalagoso, ni muy fuerte, con ajo picado en una esquinita. Eché de menos una guidillita, o al menos, ese toque picante de la cayena. El otro sector de la familia quedó encantado con el solomillo, que venia troceado, y en su punto, con unas patatas en forma de gajo, enormes, y con una salsa que tenia un toque que me recordaba al wasabi. Mi madre y yo, que nos entendemos a la perfección, cambiamos platos para probar los dos.
Pero lo mejor suele venir al final: de los postres que había, elegí el bizcocho de chocolate, y mi hermano, que hace muy de hermano, sólo se le ocurre decirme para picarme,
-"Ya verás, otro volcán de chocolate que te vas a comer...jajaja"
Pues esta vez se equivocó, resultó ser un bizcocho caliente, con el interior cremoso, casi sin terminar de hacerse, y con virutas de naranja, acompañado de helado de yogur. Y era helado de yogur, no yogur congelado, como ese que venden ahora, y que anuncian a todas horas, ni tampoco trozos de hielo picado con sabor a yogur. Y debajo, migas de galleta de mantequilla, que por cierto, queridos cocineros, me parece un puntazo, deberíais apuntar más esa decoración! La tarta de queso de mi madre y mi hermano (sí, queda claro que son madre e hijo, son idénticos hasta para comer) era un cuadrado perfecto de crema de queso, con una mermelada de fresas, y trozos de fresa y pétalos de flores, que mi querido hermanito parecía reacio a probar, y que se acabó comiendo tan contento. ¿Y mi padre? el sorbete de gin tonic, que le dieron a elegir la ginebra (Tanqueray), un detalle que sacó una sonrisa a mi padre, por eso de hacer tan personal el postre, eligiendo hasta el ingrediente principal.
GAMINIZ
Ibaizabal Bidea, Zamudio.
Un sitio fácil de encontrar gracias a las indicaciones de la pagina web, y del gps del móvil. Un restaurante que destaca entre tanto edificio tecnológico, un pequeño oasis en forma de caserío entre tanto acero y hormigón. Y en el interior, un personal de lo más amable y agradable, tanto en barra como en comedor. Un detallado el que nos explicaran con infinita paciencia los platos que íbamos preguntando, que me repitieran hasta tres veces uno de ellos por que no le entendía (y por que de un oído ando justa justa...)
Me sorprendió que nos cambiaran de cubiertos a cada plato, siendo el menú del día, que recogiesen las migas de pan al terminar de comer, justo antes del postre, y me encantó que para probar el vino preguntasen a mi madre si ella también lo quería probar.
Sin duda, merece la pena el paseo en coche hasta Zamudio, por ir a comer a Gaminiz.
Menú del día, 18€ sin IVA.
Pan de maíz, y pan de semillas.
Aperitivo: mousse de queso, con trozos de crujiente de pan.
Verduras en tempura con ajoblanco.
Mi ensalada.
Bacalao dos salsas, sin espinas y con la piel crujiente.
Entrecot.
Tarta de queso con helado de frutos rojos.
Hermanito, pues NO era volcán! jajaja
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